El presunto autor del crimen usó un arma blanca y ya ha sido detenido por la Ertzaintza en el municipio vizcaíno de Portugalete.
Un hombre de 60 años de edad ha matado, presuntamente, a su mujer y su hija, de 23 años, en una vivienda del municipio vizcaíno de Abanto-Zierbena. Las víctimas son madre e hija, según fuentes del departamento vasco de Seguridad.
La Ertzaintza, tras recibir un aviso, ha localizado los cadáveres sobre las dos de la tarde en una vivienda del barrio de Sanfuentes de dicho municipio. Según desvela el Diario Vasco, una de las mujeres fue degollada con la boca tapada.
El presunto autor del crimen, que usó un arma blanca, había huido en un Ford Mondeo negro del chalé de dos pisos donde residían las víctimas mortales. Pero finalmente, tal y como cuenta el periódico vasco, los agentes de la policía vasca los han detenido en el municipio de Portugalete (Vizcaya) tras intentar suicidarse.
El hombre se encontraba atrincherado en un trastero situado en la calle Bizkaia, donde las Patrullas de Reacción Rápida de la Ertzaintza, que estaban a cargo de su búsqueda y captura, lograron detenerlo. Antes, los agentes habían estado buscándolo en Saturce, localidad vizcaína donde se sitúa la inmobiliaria donde trabaja el presunto homicida.
La muerte de Ingrid Escamilla: todo sobre el feminicidio que aterró a México
La muerte de Ingrid Escamilla. El asesinato a sangre fría de una joven mexicana ha conmocionado esta semana a la sociedad azteca. Y no es para menos. El victimario no conforme con acabar con la vida de su pareja de varias puñaladas, la desmembró, desolló y descuartizó para después arrojar parte de sus restos por un caño y el drenaje de la calle. Imágenes de los restos de la fallecida fueron filtradas en la red, para mayor consternación de un país golpeado día a día por la violencia.
Todo comenzó con una discusión entre la pareja de esposos. Al menos así lo relató el mismo feminicida Érick Francisco Robledo, de 46 años, quien al ser interrogado por la policía confesó el crimen. El video de su relato desde una patrulla policial, donde aparece con la cabeza vendada y el cuerpo ensangrentado, se viralizó en las redes sociales.
“Te digo que empezamos a discutir. Seguimos discutiendo y empezamos a forcejear. Después me dijo que me quería matar y le digo: ‘mátame’. Saqué un cuchillo y le dije: ‘de una vez’, y fue cuando primero como que me lo enterró (el cuchillo). Le digo: ‘dale más fuerte de una vez’ y me pegó como dos veces más”, manifestó.
El ingeniero civil, según sus propias palabras, tras ser atacado por su pareja, identificada como Ingrid Escamilla, de 25 años, decidió devolverle el golpe. “Si tú no me matas, yo sí te voy a matar (...) Con ese mismo cuchillo que me golpeó, se lo enterré por el cuello”, indicó.
Tras asesinarla de al menos cinco puñaladas, el homicida le quitó la piel desde el rostro hasta las rodillas, para después extraerle las vísceras, que presuntamente aparecieron en una bolsa a unas cuadras del departamento que compartían tras intentarlas desaparecer por la taza del baño. Todo lo realizó en presencia de su hijo de 14 años.
En su defensa, Érick Francisco señaló que “le había entrado el diablo” y que no se acordaba nada de lo sucedido. Dijo que estaba drogado. Cuando recobró la consciencia -expresó- se arrepintió de todo lo que había hecho.
Según él, desolló a su pareja para que nadie la reconociera. “Fue por vergüenza y pena. No quería que nadie se diera cuenta. Luego, tiré todo por el drenaje”.
Tras asesinarla de al menos cinco puñaladas, el homicida le quitó la piel desde el rostro hasta las rodillas, para después extraerle las vísceras, que presuntamente aparecieron en una bolsa a unas cuadras del departamento que compartían tras intentarlas desaparecer por la taza del baño. Todo lo realizó en presencia de su hijo de 14 años.
En su defensa, Érick Francisco señaló que “le había entrado el diablo” y que no se acordaba nada de lo sucedido. Dijo que estaba drogado. Cuando recobró la consciencia -expresó- se arrepintió de todo lo que había hecho.
Según él, desolló a su pareja para que nadie la reconociera. “Fue por vergüenza y pena. No quería que nadie se diera cuenta. Luego, tiré todo por el drenaje”.
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